«La parcela se encuentra en una ladera con pendiente al suroeste que se abre visualmente a la boca de la ría de Pontevedra. Es un paisaje de prados y viñas salpicado de viviendas unifamiliares todavía en una proporción donde éstas sólo puntean las masas de vegetación. El encargo consiste en un programa mínimo de vivienda temporal, para una pareja y un niño. Mínimo no sólo en dimensiones, sino también en presupuesto. El proyecto parte de explorar al máximo las condiciones de la parcela y su entorno, y genera un mecanismo con múltiples flexibilidades: de uso, de carácter, de presencia, de exposición y de respuestas térmicas y ambientales. La clave está en la definición de un plano que funciona a la vez como suelo y como techo del espacio habitable. La vivienda se entiende como la suma de espacios exteriores, intermedios y cerrados, constituyendo el volumen cerrado de un espacio lo más unitario posible con vínculos continuos entre sus partes. El volumen se sitúa en la cota superior, como un refugio encaramado en un árbol, separándose del terreno y dominando el paisaje lejano de la ría. El proceso constructivo responde fielmente al inicio del proyecto: cómo envolver el máximo espacio con el mínimo coste. Se trata aquí de una construcción perfectamente asumible con la tecnología y formación de la industria local, pero con un alto grado de experimentación en ciertas soluciones constructivas de baja tecnología. La vivienda se cierra con una fachada multicapa resuelta al exterior con un único material, policarbonato celular ondulado, que se dobla al interior de modo variable según el carácter predominante de la porción de volumen que envuelve y su orientación. No se cuenta con calefacción, se confía en la climatización natural en el contexto de un clima templado»
Irisarri + Piñera