| | «Torre Galicia es una de las más tempranas obras de Manolo Gallego.
A partir de una parcela en esquina, crea un podio de aparcamiento y bajos comerciales, sobre el cual concentra todo el volumen de viviendas, en una torre limpia y homogénea.
El edificio arranca de dicho podio dejando una planta-plaza libre, convenientemente soleada, desde la cual es fácil observar la estructura básica de la torre: un tronco central que corresponde al portal y las circulaciones verticales, y un perímetro de pilares y vigas de acero que conforman el resto del esqueleto.
Sobre este acceso-portal con sus pilares exentos que recuerdan vivamente a una construcción lecorbusierana sobre pilotes, se elevan veinte plantas de viviendas, estando el último piso reservado a una vivienda para el portero y una zona de trasteros.
Las plantas son intuitivamente simétricas (aunque sutilmente diferentes en su proporción), con cuatro viviendas por piso, muy notables por la sensación de amplitud lograda al liberar la diagonal visual que conecta el recibidor y la esquina exterior de la vivienda.
Dicha diagonal corresponde a la secuencia comedor-estar, a cuyo lado se encuentra la cocina (que acompaña a este gesto diagonal, desglosándose en dos áreas e incorporando un tendedero).
Al lado contrario se encuentran tres dormitorios agrupados, y un baño.
Un breve pasillo, acristalado en su parte alta para no dejar ninguna zona en sombra, conecta la zona de noche con la cocina, permitiendo así que comedor y estar funcionen independientemente del resto de la vivienda si se desea.
Los muros se curvan gentilmente, subrayando la idea de una planta que fluye libre e independiente de la estructura.
El resultado es una vivienda luminosa, alegre, en muchos casos con memorables vistas sobre la ciudad, y dotada de un cierto espíritu de comunidad con el resto del edificio.
La solución hacia el exterior es precisa y elegante, basada en el uso de ventanas horizontales en todo el perímetro externo de la vivienda, que refuerzan la sensación “panorámica” de los interiores. Las carpinterías varían sus proporciones delicadamente, y se articulan en la esquina con un pequeño vidrio fijo.
Las partes ciegas de la fachada en su origen estaban cerradas con livianos paneles fenólicos que sufrieron desperfectos durante el huracán Hortensia, y que han sido sustituídos por otros de aluminio en el mismo color, remachados.
La gama cromática, muy controlada, se basa en la paleta de los tonos cálidos. Desde el rojo oscuro (puertas de ascensores, puertas de acceso a vivienda, etc), pasando por rojo vivo (color original de la estructura y otras partes metálicas), ocre o naranja (carpinterías de alumino anodizado color champán y elementos de latón dorados) y finalmente amarillos pálidos y blanco (fachada, plaqueta que recubre todo el podio, interiores, etc…).» Omar Curros |
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