| | “La solución adoptada conoce la importancia de las funciones culturales, didácticas, lúdicas y residenciales que contempla, así como el protagonismo arquitectónico-urbanístico que representa la actuación para el conjunto urbano en el que se inscribe. Asume la bondad de integrar en el proyecto las preexistencias del lugar cuando se trata, como es el caso, de una muralla romana, una torre medieval y la iglesia parroquial, valores todos ellos notables, no solo de carácter histórico sino también arquitectónico y social. Saca provecho de la escarpada topografía del terreno, asentado sobre ella los nuevos edificios y los nuevos espacios públicos, asignando a cada uno de ellos el lugar idóneo y la cota más favorable, aprovechando su privilegiada situación de borde y convirtiendo cada uno de los espacios proyectados, y también el conjunto resultante, en auténticos balcones-miradores, desde los que poder contemplar y disfrutar la belleza paisajística del rico entorno construido y del extenso y llano territorio de la Terra Chá. Por último, trata de conseguir su integración en el tejido urbano existente configurando con nitidez su límite norte e intenta transmitir la inequívoca sensación de que es allí donde acaba la villa y comienza el campo”. César Portela |