| | “La industria del automóvil busca la perfección y puede marcar ritmos y cuantías casi exactos, tanto en el proceso de producción como en el resultado final. En la de la construcción, los plazos y los resultados son con frecuencia, imprevisibles o difícilmente previsibles. Por eso, cuando acepté hacerme cargo de esta obra, sabía de antemano los riesgos que entrañaba tener que someter el resultado de la misma a unos promotores formados y mentalizados en el campo de la industria automovilística, y por tanto acostumbrados a la racionalidad, a la precisión, a percibir y rozar la perfección. Pero también sabía que la que se me ofrecía era una oportunidad para intentar construir unos espacios de trabajo capaces de acoger una serie de pruebas y experimentos mecánicos, y otros para uso administrativo y docente, que tuvieran el grado de utilidad requerido y un alto rigor conceptual. Cuando acepté el encargo me propuse que la imagen edificatoria resultante fuera la fiel expresión de sus contenidos y por ello se nos apareciera como un producto tecnológico vanguardista, de formas puras, escuetas y elegantes que, emulando los productos de la industria automovilística, alcanzara un alto nivel de calidad y de seguridad se renunciar por ello al confort y a la belleza”. César Portela |