| | «Alberto Baltar proyecta, en 1974, un edificio para la empresa La Artísitca de Vigo S.A., que se suma a una nave existente, ocupando el frente de la calle y dejando un patio intermedio entre las dos edificaciones. El programa es sencillo: en el semisótano se disponen aparcamientos, vestuarios e instalaciones, en la planta baja se alojan la portería, salón de actos, oficinas y almacén de embalaje, en la entreplanta se sitúan una guardería y el economato y, en la planta alta, todas las dependencias de administración. El edificio se concibe como un muro de cierre, con frente a dos calles, que oculta y preserva toda la actividad que diariamente genera en el patio interior. Los vehículos, incluido camiones de gran tonelaje, acceden por un gran portalón abierto bajo la fachada del nuevo edificio. El gran gesto arquitectónico de este edificio industrial se concentra en la fachada, cortada por una gran rasgadura horizontal cuyo ancho va variando con los cambios de dimensión de las piezas de hormigón ancladas a los forjados volados que dejan una profunda banda de sombra en la planta baja y entreplanta ocultándolas parcialmente. Este largo corte horizontal deja en su interior un cierre plegado de hormigón y cristal, con dos bandas de iluminación inclinadas, apoyadas en una losa quebrada y una larga viga central. Este singular elementos genera dos lecturas. Contemplado desde el exterior, convierte al edificio en una pieza abstracta, dura y enigmática, ante la que es imposible no sentir curiosidad por lo que ocurre tras esa gran grieta geometrizada que solo permite ver sombras. Desde los espacios interiores de la planta superior, destinados a oficinas, los planos inclinados de vidrio ofrecen una iluminación óptima, alejados de los rayos directos del sol. El sonido del denso tráfico de la zona se percibe amortiguado por la posición del cierre, colocado al interior del espacio de la larga rasgadura de la fachada«. Fernando Agrasar. |
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