La volumetría de la escuela está pensada como un juego infantil de construcción, como una suma de piezas de colores. Primero se estableció el organigrama con el cual la escuela funcionaría perfectamente. Después se le dio forma y color a cada una de las funciones. Una vez obtenidas todas las fichas del juego, se unieron por un corredor, construyendo así el resultado final.

Se busca en todo momento que los espacios estuvieran inundados de luz para intentar que sean amplios y alegres. A la vez que estuvieran abiertos a los patios que los volúmenes van dejado entre sí, permitiendo en todo momento el contacto visual del interior con los espacios ajardinados exteriores.

El edificio así pensado resulta un edificio moderno, divertido, expresivo en el que cada una de las funciones se ve reflejada al exterior, fácilmente entendible y sobre todo que responde únicamente a criterios de orden y funcionalidad.» Perfecto Cendón e Javier Vázquez