| | “Hemos prestado la máxima atención y respeto a las colecciones de Geología, Botánica y Zoología que constituyen los fondos del Museo de Ciencias Naturales de Galicia, dejando abierta la posibilidad de acoger nuevas colecciones o los nuevos usos que un edificio de estas características pueda demandar. Queríamos que la presencia de este edificio fuera semejante a la de un pequeño animal que un día hubiera entrado en esta finca-parque de Vista Alegre, en Santiago de Compostela, hubiera elegido “su sitio” junto al rio que la bordea, y allí, aposentado sobre el terreno, hubiera crecido hasta alcanzar su actual tamaño, desarrollando y articulando sus nítidas y peculiares formas. Formas estas materializadas en cubos que se agrupan y se amontonan o se esponjan y se esparcen, según interese. Como un ser vivo que, si algún día despertara y quisiera, podría ponerse en movimiento y abandonar la campa devolviéndola a su estado original, tal y como se encontraba antes de su presencia. Pero eso ya no ocurrirá, porque este singular animal configurado a base de pequeños módulos dotados de la más pura geometría, que permite soluciones constructivas de gran racionalidad y flexibilidad, no es tal animal, sino el edificio que alberga el Museo de Historia Natural de Galicia, algo necesario e imprescindible para la ilustración y el gozo de santiagueses y forastero, que se queda dónde está, porque este es su sitio y se encuentra a gusto en él”. César Portela |